LA CANCIÓN DEL FLAUTISTA
Janie Carla Laird Gomez
Con su mochila en el hombro,
la mirada perdida, viendo hacia el sol.
Tocaba en la flauta, triste melodía,
melodía que rondaba el corazón.
Con la guitarra lo acompañaba
un mudo, cuyo corazón sangraba...
Porque a ambos su coraza los protegía,
de tristeza, de a poco, su ser moría.
¡Soy el flautista de Hamelin!, gritaba,
Yo soy el acorde gris, la música coreaba.
Y hasta el confín del universo
la gente, sin escuchar, los acompañaba.
Llegaron a la orilla de la nada,
del hechizo todos, por fin, se despertaban.
Unos, a sus casas, felices regresaban;
otros, a los que su pena no salvaba.
He caído en las redes del flautista,
con su mirada perdida, mi corazón agonizaba:
¡Quiero que mires!, mientras su corazón curaba,
con su música, ¡a la eternidad llegaba!
Janie Carla Laird Gomez
Con su mochila en el hombro,
la mirada perdida, viendo hacia el sol.
Tocaba en la flauta, triste melodía,
melodía que rondaba el corazón.
Con la guitarra lo acompañaba
un mudo, cuyo corazón sangraba...
Porque a ambos su coraza los protegía,
de tristeza, de a poco, su ser moría.
¡Soy el flautista de Hamelin!, gritaba,
Yo soy el acorde gris, la música coreaba.
Y hasta el confín del universo
la gente, sin escuchar, los acompañaba.
Llegaron a la orilla de la nada,
del hechizo todos, por fin, se despertaban.
Unos, a sus casas, felices regresaban;
otros, a los que su pena no salvaba.
He caído en las redes del flautista,
con su mirada perdida, mi corazón agonizaba:
¡Quiero que mires!, mientras su corazón curaba,
con su música, ¡a la eternidad llegaba!

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